domingo, 10 de junio de 2018

Futbol y vida mundial




"Todo cuanto sé con mayor certeza sobre la moral y las obligaciones de los hombres se lo debo al fútbol", escribió el filósofo y novelista Albert Camus. Durante un partido de fútbol, los jugadores deben tomar muchas decisiones. No sólo tácticas, sino también morales. El jugador siente un ligero golpe del contrario y puede optar o no por simular una agresión. Puede acatar o protestar desmesuradamente una decisión errónea del árbitro. O tiene que decidir si vale la pena seguir presionando, ya que su equipo pierde por goleada y quedan dos minutos para que acabe el partido. A la vez que piensa si remata a puerta o no, toma decisiones en función de valores como la honestidad, el respeto al contrario o la importancia del esfuerzo.
Muchos entrenadores de equipos de fútbol infantiles trabajan los valores de sus jugadores a la vez que les preparan técnica y tácticamente. Saben que hay valores que les ayudarán a rendir más en el terreno de juego. Saben que un niño que ha aprendido el valor del esfuerzo durante los entrenamientos estará más preparado para dar el cien por cien cuando el partido lo exija. Pero, al fin y al cabo, un partido de fútbol es sólo un partido de fútbol. Los entrenadores son conscientes de que, al fomentar los valores de los más pequeños en el terreno de juego, les preparan para algo mucho más importante que marcar o evitar un gol. Les preparan para la vida.
"Los niños están en un periodo de formación clave en el que absorben todo lo que pasa a su alrededor", señala Pablo Jodra, director de la Unidad de Psicología Aplicada al Deporte de la Universidad Autónoma de Madrid. "Interiorizan lo que les enseñan figuras de referencia como sus padres y sus entrenadores. La clave para enseñar valores es que los padres y los entrenadores prediquen con el ejemplo". Es fundamental que el entrenador sea disciplinado si quiere transmitir el valor de la disciplina o que respete al árbitro si quiere que sus pupilos hagan lo mismo. Y que los padres defiendan los mismos principios. Porque, en ocasiones, los padres que acuden a ver los partidos de sus hijos no son un buen ejemplo. "Insultan al árbitro o ridiculizan a los rivales. Estas cosas pasan –comenta Pablo Jodra–. Y es una lástima. Por mucho que el entrenador se esfuerce en comunicar valores como el respeto al contrario, si los padres no hacen lo mismo, de poco servirá".
El fútbol ayuda a que los niños interioricen los valores adecuados gracias al ejemplo que perciben en las personas que son importantes para ellos. Y a la constancia de ponerlos en práctica una y otra vez. Porque hay que muscular los valores del mismo modo que las piernas. "Con un trabajo diario", apunta Pedro Marcet, director pedagógico de la Fundación Marcet, una escuela de fútbol que es mucho más que un centro en el que los niños mejoran su golpeo de balón o su capacidad para sortear rivales. "Tenemos un programa para trabajar un valor cada mes. Los niños ven películas o leen noticias que les permiten crear un debate con el entrenador sobre estos temas. Por ejemplo, en el caso de la honestidad pueden debatir sobre un jugador famoso que ha recibido una tarjeta amarilla por simular un penalti".
Una de la ventajas de entrenar los valores es que mejora el rendimiento deportivo de los niños. "Si les ayudas a enfrentarse a las frustraciones, al hecho de perder un partido o de que el árbitro puede cometer un error, están más centrados en el terreno de juego y sacan lo mejor de ellos mismos", afirma David Fernández, entrenador en las categorías inferiores del RCD Espanyol. "Porque tú no puedes controlar si vas a ganar o perder. Pero sí que puedes tener muy interiorizado el valor de asumir responsabilidades. Así que, cuando el equipo vaya perdiendo, habrá niños que darán un paso adelante para intentar remontar el partido. Estarán entrenados para ello".
Y, más importante, los valores que se aprenden jugando a fútbol tienen una repercusión positiva en la vida de los niños. "Siempre y cuando –insiste Jaume Cruz, catedrático de psicología del deporte de la Universitat Autònoma de Barcelona–, los padres y otras figuras de referencia estén en sintonía con los valores de los entrenadores. Porque se aprenden con el ejemplo y practicándolos con regularidad en todos los ámbitos de la vida". 
El trabajo en equipo
"El fútbol es un deporte de equipo, pero si echas a un balón a un grupo de niños pequeños, verás que van a la suya", apunta Jaume Cruz. Algo normal y sano si tienen 5 o 6 años. Han de pasar (no instalarse) por una etapa egocéntrica. Como señala Pablo Jodra, "en un equipo debes aprender a colocarte en función de los demás. El niño se da cuenta de que si un compañero pierde la posición, él debe cubrirle. Y aprende a confiar en que su compañero hará lo mismo por él. Es el valor de la disciplina y del trabajo en equipo. Otra gran lección para la vida cuando tengan que hacer trabajos en grupo en la escuela, por ejemplo".

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